Página web del Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF).

ELDORADO XXI. Salomé Lamas. 125 minutos. Portugal, Francia (2016).

Con su opera prima, Terra de ninguém (2012), la portuguesa Salomé Lamas puso el dedo en una de las llagas más sangrantes del cine documental: la manera en que se construye y se relaciona con la Historia en mayúsculas, y cómo esa historia termina siempre desvelándose como un relato intencionado, y quizás falso. En su nuevo trabajo, Eldorado XXI, Lamas se acerca a una mina de oro peruana, La Rinconada, a 5.000 metros de altura, para retratar, en apariencia, las durísimas condiciones de trabajo esclavo en las que viven sometidos los no-empleados. Sin embargo, las preocupaciones de Lamas superan la simple condescendencia hacia el otro, hacia el pobre, tan propia de mucho cine “comprometido”, para adentrarse en las tensiones históricas que afloran en ese espacio y en esas historias.

La película, grandiosa y demoledora, arranca con un plano secuencia de una hora de duración de una infinita hilera de trabajadores que suben y bajan en total oscuridad de y a las profundidades de la mina. Sobre ese plano atenazador se sobreponen fragmentos sonoros de las radios locales, entrevistas con trabajadores, historias de injusticias, crímenes, secuestros, desaparecidos. Una vez establecido el retrato oral de ese espacio, de la reescritura contemporánea de esa quimera del oro, la película renuncia casi por completo a las voces para entregarse a un retrato nuboso del espacio, los trabajos, las familias y sus condiciones: lo que se revela son las migajas del expolio al que las metrópolis sometieron a sus colonias, una culpa histórica nunca reparada, y cómo el país hoy se construye sobre los cuerpos ateridos de quienes allí pierden su existencia en busca de un oro que no llegará nunca. Esa segunda parte además ahonda en la construcción social y cultural de ese espacio que parece desgajado del tiempo, un reducto sin historia que sin embargo funciona como lupa sobre nuestra memoria y nuestro presente: Lamas retrata las costumbres, los ritos, las nuevas tradiciones que allí se desarrollan, formas de una organización social en un lugar que a nadie interesa, y del que todos nos beneficiamos. Gonzalo de Pedro Amatria

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HOMO SAPIENS. Nikolaus Geyrhalter. 94 minutos. Suiza, Alemania, Austria (2016).

El comienzo bien podría pensarse como la prueba del scouting de locaciones para películas de Tsai Ming-liang. El director de la también muy recomendable Over the Years (que formó parte de la sección Forum de la Berlinale del año pasado) construye una narración post-apocalíptica sin necesidad de palabras, sólo haciendo dialogar planos fijos de lugares abandonados, en los que la naturaleza va retomando el control de aquello que alguna vez supo dominar el hombre. Fábricas destartaladas, carreteras en las que crecen los yuyos, cines y teatros derruidos dialogan en un continuo sin que se oiga otro sonido que el del silencio. No hay voces humanas que pongan en contexto, sólo el hallazgo de estos sitios en distintos lugares del planeta que dan cuenta de lo que podría ser un futuro posible. Más allá de que hay un plano (sólo uno en la más de hora y media de metraje) que hace dudar de que se trate de un descubrimiento y parece una construcción que subraya innecesariamente lo que ya dijeron imágenes anteriores (una caja de máscaras antiguas semi-abierta, perdida en un entorno selvático), el resultado es tan inquietante como bello. Fernando E. Juan Lima

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PARADISE! PARADISE! Kurdwin Ayub. 78 minutos. Austria (2016).

Nacida en Irak, país del que se fue en 1991, Kurdwin vive con su padre en Austria desde entonces, al punto que ya están en apariencia muy acomodados a su existencia allí. Pero el papá no ha dejado nunca de pensar en regresar a su patria, especialmente para pasar los que pueden ser sus últimos años. Cámara en mano, Kurdwin lo acompaña en este documental que muestra el cariñoso reencuentro familiar y la búsqueda de departamentos para establecerse allí en lo que parece una situación casi ideal. Pero, poco a poco, la situación real empieza a quedar en evidencia. Ellos son parte de la minoría kurda y la convivencia allí no es fácil, aparece el fantasma de guerra y los conflictos se hacen notar. Con un estilo muy casual, de diario de viaje, Ayub captura esa contradicción entre el deseo de volver al terruño y los potenciales conflictos que se avecinan. Quizás su estilo descuidado, casi amateur, pueda resultar un tanto molesto, pero la verdad que captura lo trasciende la mayor parte del tiempo. Diego Lerer

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THE DREAMED ONES. Ruth Beckermann. 89 minutos. Austria (2016).

La veterana Ruth Beckerman incursiona por primera vez en algo parecido a un film de ficción (en realidad, un híbrido con el documental y el ensayo) con este proyecto que reconstruye la larga y apasionada relación, sobre todo epistolar, entre los poetas Paul Celan (rumano, judío, sobreviviente de los campos de concentración y con sus padres muertos en el Holocausto) e Ingeborg Bachmann (austríaca e hija de un nazi) durante más de dos décadas, desde fines de los 40 hasta principios de los 70, cuando ambos murieron con pocos meses de diferencia, antes de cumplir 50 años. La directora se basa en las más de 200 cartas que se enviaron y pone a dos muy sólidos y magnéticos intérpretes (Laurence Jupp y Anna Plaschg) a leer esos fascinantes y desgarradores textos en un estudio de grabación. Ella y su director de fotografía Johannes Hammel apuestan a la sobriedad y el rigor –por momentos abusando un poco del primer plano que hace demasiado angustiante y asfixiante la propuesta–, pero consiguen momentos de distensión cuando filman a los dos actores entre toma y toma mientras fuman y charlan sobre tatuajes, música y amores. Un film bello y demandante a la vez, en la línea de la reciente Correspondências de la portuguesa Rita Azevedo Gomes. Diego Batlle

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CORRESPONDÊNCIAS. Rita Azevedo Gomes. 145 minutos. Portugal (2016).

En su nueva película, la portuguesa Rita Acevedo Gomes apuesta por la pantalla en negro para no desvirtuar la palabra. La autora de La venganza de una mujer acompaña el recitado de las cartas de los poetas Jorge de Sena y Sophia de Mello Breyner Andresen con imágenes totalmente ajenas a los textos. A diferencia de Cartas de Guerra del también portugués Ivo Ferreira, Azevedo Gomes no ficcionaliza el texto para dramatizar su contenido, sino que prefiere evocar el transcurso del tiempo con estampas de estatuas y ruinas griegas, clips de cine clásico, paisajes desérticos, confines abandonados… En paralelo, unas secuencias teatrales explican la historia del exiliado, que murió lejos de su hogar sin poder regresar a Portugal. La meticulosa y melancólica selección de imágenes engendra un embelesador poema sobre la tragedia humana. Carlota Moseguí