Carlota Moseguí

El videoartista británico Douglas Gordon y la cineasta portuguesa Rita Azevedo Gomes han convertido la experiencia del exilio en el leitmotiv del arranque de la 69ª edición del Festival de Locarno. Dos aproximaciones al concepto del exilio conducidas por dos testigos referenciales. En I Had Nowhere to Go, Gordon baraja un manuscrito de un valor inestimable: el diario íntimo de Jonas Mekas narrado por su propio autor. Mientras que Correspondências despliega el epistolario que mantuvieron Jorge de Sena y Sophia de Mello Breyner Andresen cuando el poeta emigró de Portugal a Brasil durante la dictadura salazarista.

Más allá de la coincidencia temática, ambos ensayos fílmicos remiten a la filosofía cinematográfica que Mekas ha promovido a lo largo de su trayectoria. El maestro del cine-diario ha dedicado su vida a exorcizar artísticamente los fantasmas del un exilio que se inició cuando, con veinticinco años, escapó de un campo de concentración y se embarcó rumbo a Estados Unidos. En sus diarios filmados –considerados obras de cabecera de la Historia del Cine–, Mekas utilizó su nostalgia de los seres queridos y de la vida que había dejado atrás para crear piezas que plasmaran el sufrimiento del exilio de toda una generación. Películas como Walden, Reminiscencias de un viaje a Lituania o Lost Lost Lost demostraron que es legítimo utilizar el proceso de gestación de una película como antídoto contra los traumas personales y colectivos; un proceso marcado por la búsqueda de imágenes y palabras con las que expresar el tormento de vivir sin una patria a la que regresar.

Estas reflexiones afloran de nuevo en los espléndidos largometrajes de Gordon y Azevedo Gomes, a pesar de que las experiencias del exilio relatadas corresponden a terceras personas, y no a los directores de las cintas. Además, tanto Correspondências como I Had Nowhere to Go se enraízan a nivel formal en la yuxtaposición de imagen y sonido. Ambos films, conducidos por una voz en off omnipresente, desestiman la posibilidad de poner en imágenes los textos recitados. Una representación que, al parecer de los cineastas, no haría justicia a los poemas de Mekas y Jorge de Sena. Así, cuando escuchamos a Mekas describir el horror que experimentó al pasar su primera, segunda y tercera Navidad solo en Estados Unidos, sin saber si sus familiares seguían vivos en Lituania, no veremos árboles de Navidad o regalos como “acompañamiento” a su voz. Por contra, asistiremos a esta estremecedora confesión encarando una pantalla en negro. Y es que las dos horas de I Had Nowhere to Go –ópera prima encargada de inaugurar la sección Cineasti del Presente– apenas contienen veinte minutos de imágenes. Solo cuando el relato de Mekas perfila breves momentos de belleza, o se describen pasajes trascendentes, se llegan a apreciar vagamente algunas imágenes: un gorila encerrado en un zoo, unos pies descalzos caminando sobre la nieve –una breve secuencia inédita filmada por el propio Mekas–, o la pantalla teñida de alguno de los colores que componen la bandera estadounidense. El resto transcurrirá en riguroso negro, como si las palabras de Mekas consiguieran hacernos penetrar en la oscuridad de su alma herida.

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Y mientras Gordon apuesta por la pantalla en negro para no desvirtuar la palabra, Azevedo Gomes toma un camino todavía más arriesgado. La autora de La venganza de una mujer acompaña el recitado de las cartas de los poetas Jorge de Sena y Sophia de Mello Breyner Andresen con imágenes totalmente ajenas a los textos. A diferencia de Cartas de Guerra del también portugués Ivo Ferreira, Azevedo Gomes no ficcionaliza el texto para dramatizar su contenido, sino que prefiere evocar el transcurso del tiempo con estampas de estatuas y ruinas griegas, clips de cine clásico, paisajes desérticos, confines abandonados… En paralelo, unas secuencias teatrales explican la historia del exiliado, que murió lejos de su hogar sin poder regresar a Portugal. La meticulosa y melancólica selección de imágenes engendra un embelesador poema sobre la tragedia humana digno de alzarse con el Leopardo de Oro, el premio mayor del festival.