Carlota Moseguí

Nacida en Washington, pero radicada en Chicago, la cineasta experimental Deborah Stratman ofrece una insólita crónica sobre el pasado del estado de Illinois en su último y sobresaliente film-ensayo. Tras debutar en el Festival de Sundance, y aterrizar en Europa dentro de la sección más radical de la Berlinale (Forum Expanded), The Illinois Parables llegó a L’Alternativa para concursar en la Competición Internacional. En la película, Stratman reúne once historias –o parábolas– de lo más chocantes, glosadas en once capítulos que siguen un orden cronológico. Cada uno de los once episodios, comprendidos desde el año 600 hasta las últimas décadas del siglo XX, narran sucesos violentos, o vinculados de algún modo a una pulsión destructiva. En este sentido, la mayoría de los casos referidos serán muestras de crueldad ejercida entre humanos (de igual a igual), o catástrofes naturales.

En su tour poético sobre la historia y el paisaje de Illinois conoceremos testimonios de lo más variopintos. Por ejemplo, los supervivientes de las ciudades de Gorham y Crossville, arrasadas por un tornado en 1925; más adelante, descubriremos los extraños casos de combustión espontánea, que tenían lugar en los domicilios de Macomb en 1948; a continuación, escucharemos la retransmisión y el juicio del asesinato del líder de las Panteras Negras, Fred Hampton, a manos del FBI y la policía de Chicago; no sin antes ser testigos de las pruebas sobre el exterminio de los cherokee y otras tribus indias, o la guerra entre mormones y la secta utópica de los Icarios en la localidad de Navoo.

La cineasta escogió estas once tragedias en función de la zona en la que se produjeron, para así cartografiar las desdichas de Illinois con mayor precisión. A excepción de la ciudad de Chicago (que será el escenario de dos relatos), el resto de acontecimientos se ubican en distintos puntos del estado norteamericano: metrópolis, aldeas, montañas, ríos, o restos de yacimientos fechados del siglo VII d.C. El metraje The Illinois Parables reúne material de archivo ajeno (sonoro y visual), de la época tratada en cada episodio, junto con imágenes de Illinois filmadas en 16mm por la propia Stratman. De este modo, la cineasta ilustra cómo la memoria colectiva y la memoria personal quedan atrapadas en una especie de determinismo maldito que azota ese territorio. Stratman no termina de posicionarse acerca de la posibilidad de haber experimentado un retroceso o una evolución durante el tiempo abarcado en las once situaciones. Su intención es rastrear ciertos patrones destructivos que se han repetido a lo largo de los siglos, incluso desde antes de la llegada de los colonizadores europeos.

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En la sección paralela del Festival Alternativa también desembarcó uno de los documentales ganadores de la pasada edición del FIDMarseille, El monstruo en la piedra, del catalán Ignasi Duarte. Igual que el film de Stratman, se trata de otro tour poético, pero no a través de un territorio, sino por la literatura del maestro argentino Alberto Laiseca. En el film, Duarte se dispone a cumplir un gran reto: filmar al erudito durante una noche entera. Dos cámaras, situadas en el dormitorio de Laiseca, atestiguan el curioso diálogo que mantendrán los dos hombres hasta que los primeros rayos de sol asomen por la ventana. Para entretener a Laiseca, Duarte ha ideado un juego borgiano en el que el ilustre entrevistado deberá responder a unas cuestiones que él mismo formuló a los personajes de sus libros. En este diálogo, que es en realidad un monólogo, Laiseca se responde a sí mismo sobre temas tan trascendentales como la religión, el amor, el fracaso, la política, las gestas de sus héroes literarios o históricos, la soledad, y la muerte. El monstruo en la piedra es una valiosa lección improvisada sobre la prosa y las apreciaciones íntimas de Laiseca, que va tomando forma de oda a la Literatura y al gran misterio de la vida. Como pronunciará Laiseca al final del documental: “uno siempre se interna en territorio bárbaro para poder vivir”.